Felicidad clandestina. Por Clarice Lispector
Ella era gorda, baja, pecosa y de pelo excesivamente crespo, medio amarillento. Tenía un busto enorme, mientras que todas nosotras […]
Ella era gorda, baja, pecosa y de pelo excesivamente crespo, medio amarillento. Tenía un busto enorme, mientras que todas nosotras […]
Más que una académica que usaba la palabra como escudo, era una observadora nata que la enarboló como bandera de libertad. Para ella, la palabra tenía una consonancia directa con su visión del ser.