Los últimos problemas de Sophie Mudd contados por ella misma


Se qué gracias a ello he firmado con un montón de marcas y me siguen tantas personas de personas en mis redes sociales, pero es que se me salen. ¡Y ese es un problema!
Y fíjate que yo para mis problemas tengo la mejor receta: buena cara. Nada me impide sonreír. Pero en serio esto ya se está saliendo de control. ¿No será que tengo el problema ese de la señora a la que no le dejan de crecer? ¡Nah! Yo lo que estoy es rozagante de juventud y salud. Y bueno, sí, ando buscando algo para quejarme.
No me vengas a decir tú que eso no es un problema y que eche un vistazo a los países africanos para que me entere. Cada quien tiene sus debates existenciales. Por favor. Y los míos son pura retórica porque no pienso solucionarlos. Es que la herida se torna en rosa espléndida. O sea, que de lo malo siempre sale algo bueno.
Primero, ok, se me salen. Pero después las imágenes que captaron mi calamidad se vuelven internacionales y yo me pongo colorada de la emoción. Tienen que entender que además soy muy joven. Estoy aprendidendo de la vida y bla, bla, bla. Osea que tengo justificada mi manía de subir cosas chistosas a Instagram.
Como esas cosas de Sailor Moon o Bob Esponja. Yo sigo pensando en las cosas divertidas de mi niñez, el problema es que se me salen. Y eso que ese prestigioso medio de comunicación llamado Nalgas y Libros insiste en que tengo las más bonitas del mundo. Pero yo soy como Messi: no me importa ser la número uno ni la número dos, solo ganar títulos. En este caso seguidores o dinero, no sé. Algo bueno saldrá de juntar todo eso.
Por si no me creen la trascendencia de mi queja a continuación les dejo unas contundentes pruebas.